Es tarde… tardísimo
todo está oscuro
sin zapatos y de puntillas trato de no hacer ruido
para no despertar a nadie
La estela de mi madre duerme en la sala
la esquivo como puedo
En las escaleras, la niña que fui me pide un abrazo
el cual le niego, tiene que dejar de necesitar protección
y empezar a tolerar la soledad
En la estancia, el retrato de mi padre joven me habla
y su voz ronca me reprende y me juzga
como siempre, sin saber…
En mi habitación, mi pez me saluda a la par que el recuerdo
del hombre que amé me produce en escalofrío en la espalda
Me acuesto y la imagen de ese hombre que
ensangrentado yace en la cruz me dice “hija mía, ¿qué haces?”
y una lágrima roda mi mejilla pues bien sé que no es Él
quien me dice eso sino yo misma que no logro entender
en que momento la realidad me supero y caí en este
abismo que hoy me consume.
Cuando por fin duermo, mi abuelo me visita en sueños y
me dice “todo estará bien” para después toparme con la
mujer en la que me convertiré quien sonriente,
me guiña un ojo…
todo está oscuro
sin zapatos y de puntillas trato de no hacer ruido
para no despertar a nadie
La estela de mi madre duerme en la sala
la esquivo como puedo
En las escaleras, la niña que fui me pide un abrazo
el cual le niego, tiene que dejar de necesitar protección
y empezar a tolerar la soledad
En la estancia, el retrato de mi padre joven me habla
y su voz ronca me reprende y me juzga
como siempre, sin saber…
En mi habitación, mi pez me saluda a la par que el recuerdo
del hombre que amé me produce en escalofrío en la espalda
Me acuesto y la imagen de ese hombre que
ensangrentado yace en la cruz me dice “hija mía, ¿qué haces?”
y una lágrima roda mi mejilla pues bien sé que no es Él
quien me dice eso sino yo misma que no logro entender
en que momento la realidad me supero y caí en este
abismo que hoy me consume.
Cuando por fin duermo, mi abuelo me visita en sueños y
me dice “todo estará bien” para después toparme con la
mujer en la que me convertiré quien sonriente,
me guiña un ojo…