martes, 30 de noviembre de 2010

Mundo DeFectuoso

“Tú no tienes la culpa, mi amor, 

que el mundo sea tan feo…” 
Clandestino, Manú Chao




Caminé hacia la plaza.
Había un chingo de gente.
Me metí a la catedral.
Había un chingo de gente.
Entré al mercado principal.
Había aún más gente.
No pude más; me salí corriendo,
caminé apresuradamente sobre
calles que no conozco, en construcción,
buscando como loca un lugar sin gente.
Entré a un callejón casi vacío y llegué
a la conclusión de que
odio a la pinche gente.
Odio a las mujeres que me barren,
a los hombres que no disimulan al
mirarme, odio a los pinches niños
ruidosos, a los niños callados, odio
que me hablen, odio que me toquen,
¿de dónde salió toda esta pinche gente?
¿a dónde van, a dónde se dirigen con tanta
urgencia? ¿por qué no usan la maldita
píldora anticonceptiva, por qué nacen y nacen
y siguen naciendo y no dejaran de nacer, por qué?
Somos tantos que el planeta nos está escupiendo,
no pueden no haberlo notado, no pueden. 

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